Ya no alcanza con producir más, hay que hacerlo de la mejor manera

Saber qué animales convierten mejor el alimento que se les da es la piedra angular del futuro ovino, que desembarcaría para sumarse a los otros datos y procesos que ya se vienen utilizando.
Fuente: La Opinión Austral

Como si estuviera en un escenario de teatro, con las luces apuntando hacia allí, la producción agropecuaria actual está ante todas las miradas y tiene el desafío y la responsabilidad de ser cada vez más eficiente económica, social y ambientalmente. Ya no alcanza con producir más, hay que hacerlo de la mejor manera y, de yapa, certificarlo bajo estándares mundiales reconocidos.

En este camino, la producción ovina ha ido generando sus propias herramientas y estrategias para sacar el mejor partido del ambiente obteniendo kilos de lana y carne respectando estos parámetros. Pero hay un factor fundamental que aún no ha sido descifrado, el de la eficiencia de conversión de alimento. ¿Cómo identificar animales que coman lo mismo que otros, pero produzcan más o que coman más y, por ende, produzcan más también?

Detrás de esto hay un trasfondo económico (puesto que si con menos alimento el productor puede lograr los mismos resultados habrá invertido menos y tendrá más rentabilidad), pero también hay un guiño al ambiente. Ya veremos por qué.

En Chubut, el Estado nacional y empresas de genética, tecnología y alimentación pusieron en marcha un estudio para generar información sobre este tema que permita tomar decisiones en un futuro respecto de la selección genética.

En Argentina se hizo la primera prueba de eficiencia alimenticia en ovinos

“Muchos caracteres usados en los programas de mejora genética guardan relación con el aumento en la cantidad y calidad de un producto, lo que redunda en mayores ingresos para el productor y para la cadena en la que participa, en general, dichos caracteres son fáciles de medir y poseen variabilidad genética, lo que determina que se observen importantes avances genéticos en muchas especies de interés zootécnico”, explicaron, en un escrito reciente, los especialistas Martín González, Nicolás Ferraris, Ingrid Bain y Alejandro Vozzi. Y agregaron: “Otros caracteres conocidos como complejos, representan un desafío para investigadores porque su obtención es costosa y difícil”.

Los avances tecnológicos en el camino hacia una ganadería de precisión han permitido soñar con identificar también, salvando algunos escollos, la eficiencia alimenticia, “la cual tendría implicancias productivas directas y, probablemente, impactos ambientales favorables por la identificación de reproductores que contribuyan a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero”, explicaron.

Claves del trabajo
La búsqueda y selección de animales más eficientes debe hacerse a partir de conocer su ingesta exacta de alimento durante un determinado período de tiempo. Es un trabajo difícil y costoso para hacerlo manualmente, pero, con el uso de comederos inteligentes facilita la tarea de relevamiento.

Así las cosas, se hizo en Argentina la primera prueba de eficiencia en ovinos. El objetivo fue generar información en animales de 2 categorías de edad, de raza Merino y Dohne Merino, y detectar variaciones en el consumo entre animales que, posteriormente, podrán ser usadas en programas de mejoramiento genético de sus razas.

Se usaron balanzas electrónicas, caravanas electrónicas, lectores y software que identifiquen el consumo instantáneo de un animal, lo almacene y transmita a una base de datos.

Esta tecnología permitió determinar la cantidad de alimento ingerida por 44 carneros jóvenes durante 66 días (previo acostumbramiento al comedero electrónico y al alimento utilizado).
Resultados y objetivos
Transcurrido el tiempo de estudio se obtuvo el consumo individual de materia seca y la ganancia diaria de peso de cada animal, los cuales fueron pesados cada 21 días. También fueron ecografiados para determinar profundidad de ojo de bife y grasa dorsal, al inicio y a la finalización del ensayo.

En base a información de peso metabólico, ganancia diaria y datos ecográficos de cada animal, se determinó el consumo de materia seca teórico o estimado, identificándose de esta manera animales con consumos reales por debajo de los teóricos (son los más eficientes) y animales con consumos reales superiores al consumo esperado o teórico (los menos eficientes).

“Uno de los caracteres promisorios para mejorar la eficiencia de alimentación es el Consumo Residual (CR), esto es la diferencia entre el consumo de alimento observado versus el consumo de alimentos esperado o teórico”, expusieron los especialistas.

En sistemas productivos como los patagónicos, en donde cada gramo de materia seca cuenta en esos sistemas extensivos, es fundamental identificar animales que aprovechen mejor el recurso forrajero disponible. Más aún en momentos clave del ciclo productivo, como lo es el pre-servicio y el pre-parto.

Entre los resultados cuantificados, a modo de ejemplo, se pudo determinar la diferencia entre dos animales con similar ganancia de peso pero diferente eficiencia de conversión: un carnero necesitó 169 gramos menos de alimento para alcanzar el mismo potencial de crecimiento que el otro. Todo un dato.

El objetivo es la reducción de costos en alimentos, menos metano y más producción

El informe fue ponderado por Marco Gallia, vicepresidente 1ro. de la Federación Lanera Argentina, quien dijo: “Es uno de los índices a medir en el futuro para tener en cuenta junto con los demás tradicionales, si en 20 años todos tuviéramos animales más eficientes comiendo lo mismo produciríamos más o en años de restricción alimentaria los animales estarían bien mantenidos igual, ergo, no caería el índice de señalada, ni el destete, se mantendría el promedio de kilos de lana, etc.”.

“El objetivo a largo plazo es identificar el genoma que produce la eficiencia, de modo tal que con un análisis de sangre vos puedas saber qué animales son más eficientes, va a llevar tiempo, pero hacia allá vamos”, cerró.

Reducción de costos en la alimentación, mejor aprovechamiento del forraje en épocas de restricción, menos producción de metano (dado que es consecuencia de la pérdida de energía, por ende, de la ineficiencia) y menores requerimientos de mantenimiento en animales adultos. El juego, empezó

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