Ovinos: la oportunidad de la calidad pensada desde el bienestar animal
¿Cuánto más puede valer una lana certificada, trazada y de calidad? Antes era un deseo, hoy es una realidad. La demanda está, el mercado crece. ¿Nos subimos al tren?
Fuente: La Opinión Austral
“La producción tradicional de lana dejará de existir”. La afirmación, contundente, tajante, reveladora e impactante corresponde ingeniero zootecnista Mauricio Álvarez. En diálogo exclusivo con Santa Cruz Produce, contó la evolución que se está dando en los conceptos de calidad y cómo se relaciona esto con el bienestar animal, además del ambiental y la ética social. También se refirió a la aparición de una nueva generación de consumidores y los desafíos que eso acarrea.
Las tecnologías disponibles para el relevamiento de la producción son alucinantes. Cantidad de pasto a partir de satélites y sensores, ecografías para determinar estado de madres, calidad de lana, etc. El desafío también es grande. Al igual que la oportunidad: la producción ovina patagónica, por contexto ambiental, tiene lo que el mundo quiere. Habrá que ver si puede traducir ese sueño en realidad.
Para dar un poco de contexto, Álvarez recordó que hoy en Argentina hay 12,5 millones de cabezas ovinas de las cuales el 60% están en Patagonia. “En el mercado mundial Argentina no es un gran productor de lana, pero sí, en el caso de la fibra jugamos un rol importante en calidad, ahí sí somos referentes”, esgrimió quien hoy ejerce como coordinador del Programa Nacional de Carnes y Fibras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
El bienestar animal es una demanda concreta y real a la hora de comercializar
“La tendencia es que cada vez hay menos lana en el mundo y sobre todo menos lana de calidad con lo cual es estratégico que nos posicionemos en ese mercado y Argentina tiene las condiciones para hacerlo”, explicó. Aunque advirtió: “Hay que considerar que esos mercados han incorporado nuevos valores y esos valores se trasladan a exigencias o garantías desde lo comercial, creció mucho la preocupación del segmento de consumidores de fibra acerca del tratamiento que se hace con los animales y cómo los sistemas de producción afectan al medioambiente con todos los componentes que lo integran: fauna autóctona, biodiversidad, servicios ecosistémicos, etc.”.
Cambio en el consumo
“La presión social que ejercen los consumidores en los principales países consumidores de fibra es considerable y han logrado que las principales empresas textiles del mundo incorporen estándares de producción ética y mecanismos de certificación”, anticipó Álvarez.
Al segmento de consumidores que pone un énfasis especial en todo esto se lo conoce como LOHAS (Lifestyles of Health and Sustainability), esto es, un estilo de vida saludable y sostenible. “Todas esas preocupaciones que tienen que ver con su vida cotidiana se la trasladan al comportamiento de consumo”, contó Álvarez.
En este sentido, el ingeniero zootecnista contó que “los competidores de Argentina han iniciado un proceso de formalización, pautas y normas que sean compatibles con lo que dicta la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) y, por otro lado, han desarrollado mecanismos de acreditación que garanticen a los consumidores que no solamente quienes producen sino toda la cadena, léase transporte, industrialización, proveedores de insumos, cumplen con estas normas”.
Estándares en Argentina
Argentina no tenía bien definidos estos estándares por lo cual, a pedido de la Mesa Ovina Nacional (MON) y de la Federación Lanera Argentina (FLA), se inició un proceso en 2018 para definir esos estándares que terminó en 2019 con la publicación de los estándares nacionales ovinos. Así se definieron 16 estándares desde la producción a la industria.
Los estándares definidos tienen que ver con el cuidado ético y responsable por parte del personal, la nutrición y manejo de los animales; que los animales puedan desarrollar su comportamiento natural, otro es la exposición al medio ambiente y enfocado a cuestiones de estrés térmico; también está la sanidad, la esquila, y otros que son vinculados al ordeñe, transporte, etc.
Se trata de un desafío muy grande, pero también de una gran oportunidad
Vale recordar que el mercado de fibras a nivel global es chico, una especialidad, y que sólo el 2% de las lanas finas están certificadas. Hay 12 campos que certifican RWS y producen 500.000 kilos de lana. “Pero ese segmento está recibiendo primas de precios de 20 a 25% respecto del precio internacional, esto es un gran avance”, expuso Álvarez. Las dos principales provincias con establecimientos certificados son Santa Cruz y Chubut.
Argentina tiene experiencia aplicando RWS (Estándar de Lana Responsable, en castellano), lana orgánica y alguna otra certificación. Hay alrededor de 3 millones de ovinos certificados. “Pero todavía quedan muchas lanas sin certificar. Hoy los compradores están pidiendo que cumplamos con esos valores”.
Para tal fin, propone tres ejes fuertes: creación de un consejo de garantía que permita representar los intereses de todos los sectores desde la producción a los consumidores; capacitar a los productores, “el primer estándar que definimos es que todas las personas involucradas conozcan los conceptos clave que tienen que ver con el ganado ovino”; finalmente, el pilar de las auditorías de campo y el acompañamiento de todo el proceso de acreditación.
El futuro es hoy
“Los aspectos que tienen que ver con el bienestar animal responden a una demanda concreta y real para la comercialización de productos ovinos”, se entusiasmó Álvarez. Y agregó: “Además, detrás de todo esto hay una posibilidad de implementación de un paquete tecnológico ya disponible que daría sustentabilidad a los procesos productivos y posicionaría a los productos ovinos (carne y lana, principalmente, leche también) capitalizando la oportunidad que existe de plusvalor”.
“Nada de lo que se le pide al productor es algo desconocido, son cosas que se hacen, muchos ya lo están haciendo pero les falta ajustar algunas cosas y certificarlo”, motivó Álvarez. Y agregó: “Hacer este tránsito es una oportunidad”.
Argentina tiene una oportunidad, el gran desafío es establecer las condiciones macroeconómicas internas que le permita a la mayor cantidad de los ovejeros incorporarse a este proceso