Malvinas no se olvida: emocionante ceremonia en Punta Loyola

El buque Marjory Glen fue emblema durante el conflicto bélico cuando los pilotos lo utilizaron como práctica de cara a la guerra. Este jueves, homenajearon a los ex combatientes y descubrieron un memorial que emocionó a todos los presentes invitados. ¿Cómo fue la jornada?
Fuente: La Opinión Austral

Malvinas es una causa que no se olvida y, mucho menos, en la provincia de Santa Cruz, territorio que vivió el conflicto bélico desde cerca y que hasta el día de hoy persiste en mantener viva la memoria, “Malvinizando” cada rincón.

Durante el 2012 la empresa CGC instaló en Punta Loyola una placa conmemorativa en honor a los excombatientes que, previo a la Guerra de Malvinas, usaron como práctica el buque Marjory Glen, histórica embarcación encallada en el lugar.
En el 2019 se comenzó con la creación de una referencia histórica y la puesta en valor para dar lugar a un monumento y, este jueves, el memorial fue el motivo que reunió a más de 120 invitados. Al mediodía, veteranos, sus familias y autoridades del gobierno y de la empresa, se agruparon para la ceremonia.

Primero se realizó la ofrenda floral y luego se descubrió el memorial, una estructura de hormigón con varias caras que relatan vivencias de los excombatientes, homenajean a familias y a la sociedad santacruceña y tienen, además, las manos apoyadas en el concreto de los pilotos héroes de Malvinas. Al finalizar, además, sobrevolaron aviones Pampas.
La idea surgió tiempo atrás, cuando uno de los veteranos que visitaba el lugar se apoyó sobre el monumento sobre sus dos manos, una suerte de acompañamiento simbólico a quienes perdieron la vida en aquella época lamentable de la historia argentina. Ahora, las manos de los pilotos están marcadas para la eternidad en el memorial que este jueves agrupó a la “gran familia”.

Vicente Autiero fue piloto durante el conflicto bélico. Contó a La Opinión Austral cómo fue estar presente, una vez más, en suelo santacruceño y en particular ser parte del reconocimiento y del recuerdo de aquella época.
“Esto es un símbolo que nos identifica de lo que podemos hacer los argentinos con poco, porque no estábamos adiestrados para atacar con buques y buscamos esta silueta. Sobre eso empezamos con las prácticas, si bien eran ejercicios, nos daba una confianza en el vuelo rasante inicial y en el ataque al buque”, explicó en principio.

Sin embargo, para Vicente, el recuerdo de Malvinas es doloroso y el reconocimiento a los pilotos tiene otro sentir: “La verdad que acá estamos más para acompañar a quienes perdieron a sus seres queridos, esto no es una ceremonia que nos enaltece a los que volvimos, sino a los que perdieron la vida en los ataques”.
Ellos, agregó, “fueron testimonios nuestros y que nos dieron mayor valor, coraje y un compromiso para seguir haciendo lo que estamos haciendo”. Para el expiloto, “ellos nos dieron el ejemplo y acá estamos recordándolos y homenajeando a la gente que sufrió y hace 40 años tiene esa pérdida imposible de superar”.

Para todos ellos fueron una mezcla de emociones, entre la alegría por el reencuentro entre pares, la nostalgia por los cuarenta años que cumplió el conflicto y el dolor de lo irreparable.
¿Cómo impacta en los veteranos la causa en la actualidad? Para el excombatiente, subirse a un avión “es realmente una cuestión que hay que vivirla para saber, detrás de los controles se siente parte de la máquina”, describió.

Contó, además, que “ya uno no respira como un ser humano sino que es parte, mira lo que tiene que mirar, toca lo que tiene que tocar y es un instrumento más, las alas son parte del cuerpo del piloto”.
Vicente relató que, sobre el avión, “uno se compenetra tanto en la tarea que lo disfruta después, antes está plenamente concentrado y la verdad que ver a los aviones que pasan por acá, los Pampas, dan orgullo y satisfacción, gente que sigue en este camino y nos enorgullece en demasía”.
El reencuentro, para el expiloto, “es como ver a un hermano. Después de tanto tiempo nosotros vivimos en distintas partes del país y realmente no nos vemos seguido. Nos llamamos por teléfono, pero cuando nos encontramos somos como hermanos, sabemos cómo pensamos y nos extrañamos”, relató emocionado.

El revivir la causa, independientemente del contexto, pero que en la oportunidad fue a través del memorial, “nos retrotrae a lo que vivimos en ese momento, a todos, es una alegría vernos que estemos bien. Hay gente que con el pasar del tiempo nos convertimos en abuelos, casi todos, volver a esto es como volver a ese momento de juventud”, agregó.
Jorge Taurini fue armero durante el conflicto bélico, es decir, cargaba los explosivos en los aviones. Para él, volver, fue un bálsamo al alma.
“Para mi volver a pisar esta tierra sagrada se me acelera el corazón, más con la gente de Río Gallegos”, señaló a La Opinión Austral y recordó que, durante aquella época, el apoyo de la comunidad fue vital.

“Siempre hacía falta ese vecino que nos veía caminando y nos preguntaba qué necesitábamos, daban ganas de seguir y seguir”, rememoró conmocionado.

“El orgullo más grande de mi vida lo viví acá en Río Gallegos. Es un mimo al alma ver reflejadas las manos de los compañeros nuestros”, contó sobre el memorial. Para él, “recordar mis 18 años, hoy tengo 59, fue emocionante. Sólo el que ha pisado esto sabe lo que significa volver”, deslizó para cerrar una jornada más que emotiva

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