“Lo que es bueno para nosotras será bueno para ellos”
La empresaria Alejandra Contessi y la capitana de buques pesqueros Nancy Jaramillo hacen su aporte al debate sobre el cupo femenino. Plantean la inclusión como una realidad que no debe asustar, que las capacidades definirán el embarque y que será necesario mejorar la habitabilidad de los buques.
Dos mujeres, una empresaria miembro de una familia tradicional del puerto marplatense y una capitana de barcos pesqueros con 25 años de experiencia. Ambas comparten la necesidad de buscar consenso, de adecuar el proyecto de modificación de la Ley de Pesca a la realidad de la flota y al número de mujeres y disidencias formadas para subir a un barco. También comparten que existe una indiscutible necesidad de arbitrar los mecanismos necesarios para que sean contratadas en la flota pesquera. En esta segunda parte, Alejandra Contessi y Nancy Jaramillo hacen otro valioso aporte al debate sobre el cupo femenino (ver “Lo que más sufrí fue la discriminación arriba y abajo del barco”).
«La realidad es que la inclusión llegó para quedarse en todos los rubros y no hay por qué oponerse. Me consta que el sector está gradualmente ampliando su visión de perspectiva de género”, señala con claridad Alejandra Contessi, responsable de la comunicación corporativa del Grupo Veraz y representante del sector privado en la mesa de género del Consejo Alimentario Argentino.
Respecto de los alcances del proyecto que ya tiene media sanción, puso el eje en diálogo: “Para que sea eficaz, este como cualquier otro proyecto de ley debe ser consultado y consensuado con todos los actores del sector (en este caso sindicatos, prefectura naval, cámaras de armadores), ya que la vida a bordo de los buques tiene especificidades muy diferentes a las de los trabajos en tierra”.
“Para proyectar una medida de este tipo hay que conocer a fondo la realidad de cada una de las flotas. Hay flotas donde es más difícil proponer el cumplimiento de estas medidas, pero hay otras flotas donde perfectamente podrían embarcarse mujeres y realizar trabajos a bordo de la misma forma en que trabajan en las fábricas en tierra o desempeñarse como oficiales”, indicó sin dar lugar a dudas.
El proyecto presentado por la senadora Nancy González contempla un cupo del 30 por ciento de mujeres y 1 por ciento de disidencias a cubrirse en cinco años. Sobre este punto, Contessi señala que “habría que contemplar cuál es el porcentaje real de mujeres, travestis, transexuales y transgénero capacitados y con libreta de embarque al día y confirmar si existe un mercado laboral disponible para cubrir los puestos de trabajo”.
“También se deberá analizar cómo adecuar los barcos (adaptar camarotes, baños y vestuarios) para que puedan dar alojamientos adecuados y definir qué hacer con los barcos que no disponen de espacios físicos adaptables. Deberán hacerse estudios previos y lograrse habilitaciones de PNA que les permitan seguir navegando”, señala en coincidencia con lo expresado por Luis Martini y como ya veremos, por la capitana Nancy Jaramillo.
“Si el propósito de este proyecto es corregir inequidades propondría no hablar de cupos sino de objetivos. Se podrían incluir incentivos fiscales a los armadores que más rápido puedan adecuarse a los objetivos y se deberá asegurar la formación y capacitación a las personas interesadas en asumir estos roles a bordo. Cada empresa deberá cubrir los puestos de trabajo desde la visión del tipo de tareas que se realiza en cada buque y en vista de la formación del capital humano que se dispone”, concluyó la empresaria.
La Capitana
Desde arriba de un potero fondeado ante el temporal en las cercanías de Puerto Madryn, la capitana Nancy Jaramillo da su punto de vista. Su aporte tiene además la riqueza de la experiencia de más de dos décadas al mando de barcos pesqueros, brinda la visión de quien ha vivido en carne propia la discriminación, el señalamiento y la falta de oportunidades a pesar de contar con las más altas calificaciones para ocupar su cargo.
Jaramillo cree que será difícil ocupar el 30 por ciento de la flota, al menos en los primeros años; y sabe que probablemente el proyecto no salga de Diputados como llegó de Senadores, pero no le preocupa, ella ve en esta media sanción algo más profundo: “Lo importante es que algo está empezando a cambiar. Nunca hubo nada que nos ayude, si sos mamá, la relación de dependencia en nada te va a ayudar”, dice quien, tras 25 años de navegación y crianza de su hijo, sabe de qué habla.
“Marineros y capitanes dicen que habrá que ver si nosotras podemos soportar lo mismo que ellos soportan, pero lo que no se dan cuenta es que lo que nosotras no soportamos, ellos tampoco deberían soportarlo. Hay que transformar lo que pasa arriba del barco, porque no está bien que trabajen de forma inhumana. No se dan cuenta que lo que será bueno para nosotras, será bueno para ellos”, es lo primero en lo que repara Nancy Jaramillo.
“Van a tener que poner más baños, un baño para treinta personas no está bien, van a tener que modificar los camarotes porque uno para catorce tripulantes tampoco está bien. Se tendrá que mejorar la habitabilidad de los buques”, precisa la comandante. Pero lo que ella ve claramente como un beneficio colectivo no es percibido, por ahora, de la misma forma por sus colegas, ni siquiera por su dirigente sindical.
Desde que se dio media sanción al proyecto, Nancy ha tenido que leer y escuchar todo tipo de opiniones de sus colegas y demás tripulantes, que dejan en evidencia la prácticamente nula apertura para la inclusión de mujeres. Comentarios misóginos que ponen en duda los fines con los que una mujer se embarca o la descalificación lisa y llana, son los más repetidos.
La capitana lamenta que esa sea la postura, que los años no hayan ayudado a madurar en ese sentido: “Alguna vez van a tener que entender que no subimos a un barco a buscar hombres, todo lo contrario, subimos para mantener a nuestros hijos. El que es un buen capitán o marinero no tiene de qué preocuparse, yo me hice un lugar por mi capacidad”.
Reflexionando sobre su historia, que es también la de aquellas que intentan hacerse un oficio o una carrera en buque pesquero en Argentina, señala: “Conozco muchas mujeres que están en la misma situación que estuve yo, con mi hijo a cargo y haciéndome cargo de todo. Está muy mal que se nos señale por elegir un trabajo que no es común, es hora de patear el tablero y ver qué hacemos ahora”.
“Soy de la idea de tratar de no imponer. Es lamentable que no haya otra opción, pero parece ser que solo por imposición se podrán embarcar mujeres. Estoy segura de que habrá modificaciones en el proyecto, surgirán muchas preguntas y habrá que darles respuesta. Pero lo más importante de este proyecto será que se deje de discriminar a la mujer”.
La resistencia al embarque de mujeres y los comentarios descalificadores a los que se ven sometidas, lo atribuye a la falta de formación en inclusión y no comparte la idea de que no existe interés entre las mujeres de capacitarse. Ella encuentra la respuesta en la falta de oportunidades: “Desanima mucho el hecho de que las puertas siempre están cerradas, pero así y todo algunas se siguen estudiando”.
Cuenta que a ella le cuesta más que a cualquier colega poder conseguir embarque, aunque tenga la formación más alta, las mejores calificaciones y una libreta impecable con muchos años de capitana. “El otro día, conversando con un armador, le dije que me gustaría estar en un barco determinado y me respondió que era imposible, que no se trataba de mi capacidad, sino de que soy mujer y en ese barco no lo aceptan”, relata sin resignarse a que siga siendo de esta manera.
“Lograr un mínimo de porcentaje será lograr algo que nunca antes se consiguió. Frente a nada, que es lo que tenemos hoy, representará un paso importante para cambiar la historia”, concluye Nancy Jaramillo.
Fuente: Revista Puerto