La “Fragilidad” de DUMAS, y su encrucijada teatral de continuar dejando la «vara alta».

Por Juan Manuel Saborido – Especial para ADN24Digital

Cuando hablamos de «mantener viva la memoria» el elenco de jóvenes que salen a escena, cumplen con el grandioso rol de ser perfectos transmisores para quien vivió o no vivió en tiempos de la Guerra de Malvinas. Y no es para menos: Son actores de 19 a 22 años… Osea que fueron sus abuelos, padres, la escuela y también la invitación de Canales para sumergirse en el mundo Malvinense. Y también porque acá se vive y se siente con mayor fervor la cuestión Malvinas.

Veníamos de una vara alta, al estilo Canales. Osea que su compromiso con los espectadores no podía ser menos. Reinventarse a través de “Fragilidad». Y lo logró.
Un escenario con el color del luto que lo rodea todo, genera por momentos una experiencia inmersiva, de mágica conexión con actores y actrices, cobra ribetes impensados mientras transcurre, especialmente a quienes tienen hijos, pero también a los que no.

El set de iluminación no invade. Es pensado, justo, equilibrado, y obedece a lo que manda la dramaturgia, que se cumple a través de la expertise del reconocido Coco Alvarez.

En un silencio que por momentos abruma, surgen dos voces increíbles (Diego Jara, Johana Rodríguez), de esas que conquistan. Prácticamente desnudas, suficientes para llegar a amalgamar con la trama, junto a una guitarra y una caja de percusión, que van apoderándose sutilmente de recuerdos y sensaciones de todos. Si, de todos: elenco, staff y espectadores.

En la previa, nos cruzamos con una integrante del elenco (Morena Aguilar): que con introspección y mirada tímida generó inconscientemente su coartada perfecta para escapar de saludos y algún cruce de palabras. Minutos después, en escena, dejaba petrificado hasta el más desprevenido espectador. Su voz, sus gritos, su gesticulación y dolor que desgarra nos hipnotizó. Y le creímos. Porque se metió en el papel de una madre, la de 1982, o la de cualquier otro tiempo, el de ayer o el de hoy: No permitir que sus hijos sufran, aunque duelan o paralicen sus reprimendas educativas.

Mientras, se suceden las rutinas familiares con los roles y rezongos intrafamiliares. El protagonista (José Campos Cabrera), se mete en el papel de un niño, que vive su mundo, sueña con sus muñecos de guerra, y no le afectan el qué dirán doméstico ni de su madre ni de sus hermanas. Un caramelo es lo que lo entusiasma para calmar el reto materno y cumplir con una orden de rutina. En todo momento José se muestra expresivo pero sumamente introvertido, y deja entrever su capacidad de reírse y disfrutar cuando algo lo motiva: como cuando conoce y descubre tímidamente la llegada del amor que irrumpe en su mundo adolescente. Es “viento” (Débora Básques), una chica parlanchina, divertida, desprejuiciada, buena imitadora de las voces de su padre y su tío. Al mejor estilo yupanquiano, ella le repite una frase aprendida de boca de sus mayores: “el que sea capaz de entender el viento, su voz y su destino… lo entiende todo”, frase que lo acompañará en la paz, y en la guerra. Entre tantas charlas, aventuras, y un simple caramelo que comparten “Viento” y “Lluvia” -apodo que le asigna ella a José-, estrechan su relación ante los brazos del amor.

Lo que sigue, es el sorteo para servicio militar obligatorio, un mecanismo que asignaba números a los jóvenes de 18 años que podían ser conscriptos. Y le toca a José.

Transcurre el nudo de la obra, con momentos crueles de recordar, pero que inevitablemente se deben transitar, como los discursos militares (Galtieri: Jemima Díaz) y la arenga infalible del pueblo argentino: tomando partido de prepararse para la guerra y en un mismo acto, participando en forma perpleja ante el desquicio de la Dictadura cívico-militar gobernante.

El intercambio epistolar entre ese joven-hombre y su familia va escalando de tal manera que, de contarse anécdotas y vivencias, incorpora la tensa espera, y se torna paralizante cuando se aproxima la batalla.

El despliegue en el escenario por parte de todos los integrantes del reparto, sintetiza las crónicas de las prensas argentinas y británicas de la época, esas que marcaban el ánimo de unos y otros. Un frenetismo que cautiva y sumerge a los presentes y un recurso escénico que nos conecta en cierta forma con pasajes de “Aviones” otra obra de Canales de gran exposición, con múltiples premios y reconocimientos.

Si bien muchos pueden presentir el desenlace, lo realmente doloroso es «el desenlace». La muerte en la turba malvinera se apodera y destroza a la familia. Antes, el horror de la batalla desnuda al niño que clama de manera desgarradora a su madre, buscándola para abrazarla, para sentirse mimado y contenido ante tanta oscuridad, ante la guerra que le toca afrontar. En síntesis, ante tanta fragilidad.

Spoiler sentimental de la obra: Emotiva. Paralizante. Angustiante. Intensa. Reflexiva. Apta para probarse y autodescubrir personalmente la fortaleza interior. Cuenta con una comprobada garantía de quebrarse emocionalmente, y hasta incluso, el lagrimeo.

Un dato: te regalan un caramelo (muchos lo disfrutan, otros lo guardan). Sea que ocurra lo primero o lo segundo, inevitablemente te va a hacer recordar por siempre la obra “Fragilidad”.

Celebramos a través de esta dramatización, la necesaria idea de buscar en forma permanente cualquier expresión que funda el presente y el pasado de nuestra historia argentina con quienes la vivieron y quienes generacionalmente aceptan el desafío de fortalecer la memoria, con respeto, dedicación y amor.

Para finalizar, Dumas lo hizo nuevamente. Dejó la vara aún más alta. Y estamos seguros que lo volverán a hacer. ¿Estaremos preparados?

Créditos musicales:
“Soñé que volaba” (Migue Granados, “OLGA” / Ella es Tan Cargosa)

“Viento dile a la lluvia” (Litto Nebia – Los Gatos)

“Antes que vuelvas” (Diego Jara)

“La isla de la buena memoria” (Alejandro Lerner)

“Fragilidad” (Sting)

Ficha técnica.
Actúan:
Soldado: José Campos Cabrera
Hermana y Galtieri: Jemima Díaz
Hermana: Julieta Dorrego
Hermana y maestra: Victoria Johnston
Viento: Débora Básques
Mamá y General: Morena Aguilar

Musicalización:
Diego Jara: guitarra, voz, coros y efectos
Johana Rodríguez: caja de percusión, voz, coros y efectos

Asistente Dirección: María Sol Olivares

Producción:
Rocío Rodriguez
Marianela Rodríguez
Camila Robles

Diseño: Morena Aguilar

Fotografía: Fiorela Alberico

Iluminación: Jorge Alvarez

Dirección y puesta en escena: Mario Canales

Contrataciones: +5492974097622 – IG: @DumasIndependiente

Imágenes extras: ADN24Digital, Cultura de Caleta Olivia

Juan

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