«Alberto y CFK deberán administrar sus tensiones en forma permanente»
Carlos Fara | Bío | Lleva más de 30 años dedicados a la consultoría política. Especialista en opinión pública, campañas y comunicación de gobierno. Recibió varios premios: entre ellos el Aristóteles a la Excelencia
Carlos Fara sostiene que hay una disputa entre halcones y palomas de las dos coaliciones mayoritarias, que Mauricio Macri no es el jefe de la oposición y que Alberto Fernández y Cristina Kirchner van a tener siempre una relación tirante. El reconocido politólogo, habló de todos y de todos con La Capital.
—¿La politización de la cuarentena es un triunfo de los sectores más reaccionarios de Juntos por el Cambio?
—En parte sí, pero también es cierto que fue una derivación natural del predominio de los halcones en el Frente de Todos. Los halcones de Juntos por el Cambio les hubiese costado más subirse al escenario de no tener a la mano sucesos como Vicentin, reforma de la justicia o un estilo más confrontativo por parte del presidente. Por eso digo habitualmente que hoy la política argentina se ha convertido en una lucha entre halcones de un lado y palomas del otro, independiente de a qué partido pertenecen. A los halcones de ambos lados les sirve para liquidar sus respectivos pleitos con las palomas.
—Es curioso que en tiempos de cuarentena, restricciones y aislamiento un vector político (Juntos por el Cambio) haya ganado el control de la calle.
—Es una consecuencia natural de que los grupos del Frente de Todos no pueden resistir las restricciones que pide su propio presidente. Aún así algunos oficialistas se han movilizado en estos meses. A mayor nivel de confrontación política, mayor incentivo para que el público opositor se movilice. Es interesante ver qué lecciones le dejó a Juntos por el Cambio el cambio de enfoque que hicieron en la campaña de cara a la elección general. Volvieron a las fuentes de la política, salieron a la calle, Macri se convirtió en un arengador de masas, buscaron el efecto contagio del cuerpo a cuerpo que siempre aconsejamos a los equipos de campaña en cualquier parte del mundo.
—¿Cómo evalúa el manejo de la cuarentena desde el gobierno, cuando Fernández, al mismo tiempo, dice que no hay cuarentena?
—Fernández perdió el timing de la crisis, no supo sintonizar con el estado de ánimo predominante (el hartazgo con la cuarentena) y se volvió confrontativo. Obviamente se empezaron a notar los déficits en el gerenciamiento de la cuarentena, como era de esperar, y el balance pasó de ser muy positivo a moderadamente favorable. Recordemos que Alberto firmó con buena parte de la sociedad un contrato simbólico cuando ganó, que indicaba que él iba a ser el moderado en estilo e ideología. En cuanto la mayoría social sintió que empezó a romper ese contrato le fue quitando legitimidad. Vale agregar que estas dos etapas que está experimentando el presidente también le sucedió a muchos mandatarios en diversas partes del mundo. Son muy pocos los casos donde se mantuvieron bien parados.
—¿Imagina un 2021 electoral con un condimento de rebelión?
—Yo no veo hoy tendencia de “que se vayan todos”. La Argentina acaba de votar hace 10 meses a dos opciones que sumaron el 88 % de los votos, la segunda elección más polarizada luego de la de 1983. Que haya fastidio con la dirigencia política en general era obvio, dado que estamos atravesando la peor crisis de un siglo a esta parte, inédita desde todo punto de vista, con ciudadanos empoderados y volátiles como nunca. Que haya habido algunos carteles en ese sentido en el 17A no indica mucho, ya que una movilización no es una encuesta de opinión pública. Aproximadamente dos tercios de los votantes, en los hechos, están bien representados por las dos grandes coaliciones ya que son la sumatoria de los respectivos núcleos duros. Más allá de eso, está claro que a mayor fastidio social, crecen el voto en blanco y el impugnado, y baja la participación electoral. Pero para las Paso falta un año, una eternidad, de modo que no es sensato proyectar desde hoy.
—¿Macri es el líder de la oposición?
—No, hoy la oposición no tiene un líder, y eso es natural dado que Cambiemos no se dio aún el debate interno y autocrítico respecto al resultado electoral y de la gestión de gobierno. A eso hay que sumarle la necesidad de un debate ideológico y estratégico hasta 2023.
—¿Cómo definiría la relación entre Fernández y Cristina? ¿Espera un clima más tenso?
—Esa relación va a ser siempre tirante, no tiene destino de calma. Creo que Alberto quiere llevar la fiesta en paz, pero el cristinismo no, ya que le desconfía: piensa que él quiere quedar bien con todo el mundo, y ese segmento tiene un concepto diferente de la política. No veo un escenario de ruptura, ya que el presidente necesita sí o sí de ella, y por su propia personalidad. Considerar un escenario de mayor tensión sería pensar que él se siente incómodo con la relación, y que disiente con ella en aspectos centrales. Ninguna de las dos cosas hoy me queda clara. ¿Alberto la está pasando mal? Y si eso es así ¿se debe a la permanente auscultación desde el Instituto Patria, o porque acordaron una cosa y ahora resultó ser otra? Desde ya que a nadie le gusta que lo mandoneen, ni que le corran el arco. Se sabía que el rol de equilibrista iba a ser difícil los cuatros años, dada la herencia económica negativa y la matriz variopinta del Frente de Todos. Así como digo que no veo ruptura (ni renuncia de Alberto), tampoco veo imposición de él sobre ella, ni sometimiento absoluto de él respecto a ella. La administración permanente de tensiones hoy es el escenario más probable.
—¿Qué opinión tiene sobre la partidización de los medios de comunicación nacionales? ¿Se terminó el “periodismo independiente”?
—Terminé de ver la primera temporada de una serie croata que se llama The Paper, en donde al principal diario, por problemas económicos, lo compra un empresario medio mafioso con interés concreto en limitar su carácter de periodismo independiente. Uno de los periodistas desplazados de la redacción en ese proceso, dice “los medios ya no necesitan periodistas”, dando a entender que primaría la lógica de operadores mediáticos al servicio de algún interés. Es cierto que la grieta también se traslada a los medios de comunicación. Si los actores políticos y sociales ya no creen en la objetividad del periodismo, pues todo será interpretado como una operación. Por otro lado, si todo pasa por la cantidad de clicks en el universo digital, los medios tenderán a concentrarse en satisfacer solo a sus audiencias más homogéneas. El caso que acaba de suceder en el New York Times es sugestivo: los lectores deciden cuánta libertad de opinión puede tener el medio. Por lo tanto, como dice Manuel Castells, no vamos a los medios de comunicación a informarnos, vamos a confirmarnos.
Fuente: La Capital