“A mi papá lo dejaron morir, lo abandonaron”

Los hijos de Manuel Walter Quiquinte, el oficial de máquinas que falleció de ovid a bordo del potero Xin Shi Ji 89, dialogaron con REVISTA PUERTO. Sospechan que la muerte ocurrió antes de lo informado, luego de una semana de tener síntomas. “Vamos a denunciar al capitán por abandono de persona”, anticiparon.

Manuel Walter Quiquinte tenía 67 años y este era el último en que pensaba ganarse la vida como oficial de máquinas en la flota mercante argentina. Zarpó el pasado 13 de abril desde puerto Mar del Plata a bordo de un potero en el que estaba trabajando desde principios de año.

Jamás supo que ese sería su último viaje. Se contagió de Covid a bordo del potero Xin Shi Ji 89 de la empresa Fénix Internacional y murió días después, transformándose en la primera víctima que muere a bordo en la industria pesquera.

La imprecisión de la fecha de fallecimiento la tienen hasta sus propios hijos, Martha, Andrea y Simón, que por estas horas están en Río Gallegos esperando los resultados de los estudios externos que le hicieron al cuerpo de su padre, luego de haber sido trasladado desde Punta Quilla, donde un test rápido que hizo Prefectura confirmó que Quiquinte estaba contagiado de Covid.

“Al principio nos dijeron que había muerto el miércoles a la mañana pero tenemos dudas. La última vez que lo vieron con vida fue el lunes a la noche; estaba muy mal, se agitaba cuando comía y le costaba mucho respirar”, cuenta Martha desde el otro lado del teléfono.

El martes sus compañeros no supieron nada, ni lo vieron, seguía aislado. Recién el miércoles les avisan que iban a entrar a puerto para hacer víveres y combustible, según contaron. “Ahí les informaron que el primer oficial de máquinas había fallecido “hacía 40 minutos”, pero la verdad que no sabemos, dice Simón.

En el Xin Shi Ji 89 embarcaron 30 tripulantes, 24 argentinos y 6 chinos. Un oficial de puente, dos de máquinas y 3 marineros. Entre los argentinos el capitán José Alejandro Dirrolo. Según el testimonio de los compañeros de su padre, el capitán siempre relativizó los síntomas que comenzaron a evidenciar los tripulantes dos semanas antes de que ocurrieran el deceso de Quiquinte.

“Lo único que les daban era paracetamol; les decía que era una gripe, que era normal que pierdan gusto y olfato, que ya se iban a poner bien, que era solo por una semana, pero que si tenían algún problema hagan la exposición en Prefectura cuando bajen”, dice Andrea.

Marta asegura que una vez que les entreguen el certificado de defunción donde se confirme el Covid, y que su padre sea cremado, procedimiento que se espera para este martes, los hijos iniciarán acciones legales contra el Capitán y la empresa.

“A mi papá lo dejaron morir, lo abandonaron.  El comenzó con síntomas el martes 27 de abril, dicen sus compañeros. Este hombre no dio aviso a Prefectura ni volvió a puerto cuando le dijeron que su estado se había agravado. Eso es negligencia y abandono de persona”, remarcó Martha.

Según comentaron los tripulantes que están aislados transitando la enfermedad en un complejo de cabañas en Puerto Deseado, el capitán se encuentra internado en el Hospital de Puerto Deseado con los pulmones comprometidos, también enfermo de Covid.

“En Punta Quilla nos hicieron cinco test y los cinco dieron positivo. Por eso nos consideraron a todos como positivos y pudimos bajar en Deseado; acá en las cabañas somos 16”, contó uno de los marineros, compañero de Quiquinte, que pidió mantener su nombre en reserva por razones lógicas.

Ninguno de los tripulantes todavía expuso ante la Prefectura y contó la indiferencia de Dirrolo a la hora de atender los síntomas que evidenciaban en sus cuerpos. “Nos pidieron la libreta de embarque, nada más”, agregó.

“A mi papá le hicieron el hisopado cuando desembarcaron su cuerpo y dio positivo. Igual ahora estamos esperando el resultado de otro hisopado que le hicieron acá en Rio Gallegos para reconfirmar y que salga en el acta de defunción”, dijo su hijo.

Martha, Andrea y Simón viven en Buenos Aires. Pudieron viajar a la capital santacruceña el viernes por la mañana a partir de las gestiones del SICONARA, que tramitó los pasajes y se comunicó con el fiscal que entiende en la causa, para que aguardara a la llegada de los hijos de Quiquinte de modo que puedan, al menos, despedirse antes de la cremación.

“Mi papá era una persona sana, tenía 67 años y lo único que lo jodía un poco era la artrosis. Le tenía miedo al Covid y era muy cuidadoso”, refieren los hijos del maquinista que esperan poder darle sepultura a su padre para avanzar contra los que consideran responsables de su muerte.

Fuente: Revista Puerto

Juan

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